XII
I
El tiempo sonríe lacónico siempre,
y tira de la correa con violencia.
Estoy intentando arreglar mis ojos a golpes,
aunque el mundo esté estropeado
y no quede apenas nada bello que ver.
La providencia me brinda tus clarianas;
esas gotas de agua crean las ondas de mi vida
que actúan como despertador de mi consciencia;
agitan las ramas de mi Poesía.
II
A menudo el heroismo no alcanza,
las ruedas del tren nos aplastan contra las vías
y nos dejan sin cáscara,
con el corazón latiéndonos en las manos,
derramando sentimientos
que huyen y se esconden tras manchar nuestros dedos inmóviles.
III
Aprendimos a sacarle el jugo a la felicidad;
aprendí a esperar la lluvia sobre el suelo,
aquí donde todo cambia,
y el amor es una gruta sin tiempo.
El tiempo sonríe lacónico siempre,
y tira de la correa con violencia.
Estoy intentando arreglar mis ojos a golpes,
aunque el mundo esté estropeado
y no quede apenas nada bello que ver.
La providencia me brinda tus clarianas;
esas gotas de agua crean las ondas de mi vida
que actúan como despertador de mi consciencia;
agitan las ramas de mi Poesía.
II
A menudo el heroismo no alcanza,
las ruedas del tren nos aplastan contra las vías
y nos dejan sin cáscara,
con el corazón latiéndonos en las manos,
derramando sentimientos
que huyen y se esconden tras manchar nuestros dedos inmóviles.
III
Aprendimos a sacarle el jugo a la felicidad;
aprendí a esperar la lluvia sobre el suelo,
aquí donde todo cambia,
y el amor es una gruta sin tiempo.
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