XI

I

Es cuando vienes y me sigues
que me saco la coraza;
cuando abres tus ojos.

Eres mi mujer,
vivo tras la mendicidad matutina
porque sé que soy el rey de tus noches.

Sonrío, sonrío,
sonrío
cuando veo brotar la sangre de mis pesadillas
entre tus manos,
cuando las estrangulas
y simplemente mueren.

II

Mi simpleza es tal, que escribo con una mano;
me bastan las palabras
y resucito el poema,
como el fénix.

Tu voz me llama; tus labios;
hacer el amor contigo;
ser tú un segundo más.

Cuando muera, moriré,
tú me haces vivir.

III

Ámame hasta que me desgaste
y el tiempo sea un actor secundario.

Mi suerte es habernos encontrado y resucitar entre tus manos;
brotar de tus ojos cuando brillan y cuando lloran;
hacernos el amor como animales que somos.

El paredón es demasiado grande para que acierten,
nuestra inmensidad enciende el eclipse;
y en el lapso de nuestro trance
vivimos.

IV

El interruptor y la puerta prenden el incendio;
la persiana metálica y la baldosa se calcinan en nuestro acuerdo.

Siempre es mejor ir paso a paso
que montaña a montaña;
vamos siempre beso a beso
y las clepsidras
nos regalan nuestro tiempo.

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