IV

I

Dejo de ser una pieza de humano.

La primavera me reclama entre sus filas revolucionarias,
con el olor de la calle y la lluvia;
Y voy,
con el pasamontañas
y la capucha;
y la muerte en la espalda;
con tu rostro descubierto.

Entonces, cada noche tu cuerpo maximiza mi inspiración.

Cada noche ensanchas mi dignidad
y me sepultas en el bálsamo de tu piel
para acuchillar al egoismo

II

Me encajo en tu sonrisa,
y la fogata de reliquias que crepita junto a la iglesia
nos calienta por igual,
el mar aplaude, y la Luna sonríe.

Me tomas la sangre y la hierves,
y soy fuerte porque Tú lo dices
y ya no sobrevivo.

La maldición de mis poemas se deshizo
cuando me bendijiste con tu flujo.

III

El humo me envuelve con su simpleza.
No veo nada más;
y en esta suave inconsistencia
brindo con mi esqueleto
igual que con un hermano.

Pues sé que mi muerte me acompaña cabalgando mil dragones púrpuras;
que su fuego es tuyo;
y que mi pasión habitará tus ojos.

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